5.3 Software libre, paz y solidaridad

 

No quiero terminar sin recordar que no todo vale en la tecnología. Que es importante dar prioridad a las personas frente a las máquinas y que las políticas deben diseñarse desde esta perspectiva. Existe un modo más ético y sostenible de usar las TIC y estar en la red. Entre las opciones que tenemos para ello se encuentra la utilización de software libre.

Que un programa sea software libre, significa que puede usarse libremente para lo que se estime conveniente, al margen del uso inicial para el que esté concebido; que puede copiarse libremente -casi todos los programas libres pueden descargarse gratuitamente en la Internet-; y que puede estudiarse y modificarse con total libertad tanto en sus aplicaciones -quien sepa programación-, como en sus archivos de texto.

La libertad de modificar los programas nos permite, por ejemplo, cambiar el lenguaje sexista que tienen casi todo el software en castellano, un problema que no tiene el inglés.

El movimiento social a favor del software libre pone en valor especialmente, el trabajo y compartir colectivamente el conocimiento, para transformar un mundo injusto y desigual. Este movimiento está conectado con la utilización del “copyleft” el derecho a reproducir libremente -por supuesto citando las fuentes y en determinadas condiciones- frente al concepto restrictivo del “copyright”.

 

Algunos programas de interés de software libre:

Open office 

http://es.openoffice.org/

Es un paquete de programas para editar textos, bases de datos, imágenes, similar a Microsoft Office.

 

Mozilla Firefox

http://www.mozilla-europe.org/es/firefox/

Es un navegador parecido a Internet Explorer, más rápido, personalizable y con bastantes complementos.

 

Para ampliar conceptos es recomendable visitar el sitio web de la Fundación de Software Libre http://www.fsf.org/, así como su directorio con más de 5.000 paquetes de Software Libre, clasificados por categorías http://directory.fsf.org/.

El uso adecuado de las distintas herramientas de Internet –indicadas anteriormente- va a contribuir de manera esencial al desarrollo de esas actitudes de solidaridad y tolerancia, puesto que a través de éstas se van a adquirir una serie de competencias, en el uso de la información, que van a capacitar a las personas para desarrollar un espíritu crítico, formando ciudadanos libres y autónomos que conozcan y comprendan la realidad social en la que viven, y sensibilizados ante los problemas del mundo del que forman parte. Este conocimiento de la realidad va a derivar en el sentimiento de pertenencia, de responsabilidad y compromiso, tanto a nivel personal como colectivo, para transformar esa realidad y por un mundo más justo, equitativo, tolerante y en paz. Por tanto, contribuye de manera determinante a la construcción de una “ciudadanía global crítica” comprometida con la “solidaridad global”.

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