4. TIC para la cultura de paz y la solidaridad
La sociedad actual asiste a un proceso de cambio constante, de transformación acelerada: la democratización de los estados; el desarrollo tecnológico; la globalización de la economía; las migraciones; los conflictos… Todo ello hace necesaria una nueva ciudadanía capaz de vivir en sociedades cada vez más heterogéneas, multiculturales, complejas y en constante cambio. Una “ciudadanía global” comprometida con el respeto a la vida, los derechos humanos, la diversidad cultural, la equidad de género, la cooperación al desarrollo, la lucha contra la pobreza, la sostenibilidad medioambiental, la paz, la justicia…etc.
En este sentido, la información y la educación son instrumentos fundamentales para el desarrollo de una cultura del diálogo, de la tolerancia y la diversidad que exigen los nuevos retos a que se enfrenta la sociedad. Jacques Delors señala en el Informe “La educación encierra un tesoro” que “frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social”.
Por otra parte, en la Declaración de Praga “Hacia una sociedad alfabetizada en información” (2003), se indica que la Alfabetización en Información6 y el uso eficaz de las TIC juegan un papel muy importante en la reducción de las desigualdades, la promoción de la tolerancia, la comprensión y el respeto mutuos (entre las diferentes razas, culturas y religiones). Ya que contribuyen a que las personas adquieran nuevos conceptos, conocimientos y competencias, formando así ciudadanos libres y autónomos que comprendan la realidad social en la que viven; sensibilizados ante los problemas del mundo del que forman parte; y en los que se promueve actitudes de solidaridad, tolerancia, justicia, respeto y generosidad.
Conseguir estos objetivos es una de las misiones esenciales de las instituciones educativas, de las unidades de información y de las entidades y organizaciones que trabajan en educación para la paz, cooperación al desarrollo, interculturalidad, construcción de la paz, defensa y promoción de los derechos humanos, etc. (ONG, asociaciones, fundaciones, etc.).
La cultura de paz y la solidaridad son valores muy arraigados en el denominado Tercer Sector, que desarrollan su trabajo cada día en la convivencia pacífica y la mejora social (Vidal García, 2007). Por tanto, el uso de las TIC en las organizaciones, tiene que contribuir a que éstas alcancen sus objetivos en la promoción de la cultura de paz y la solidaridad.
Las tecnologías y más concretamente, Internet ofrecen nuevas oportunidades para las actividades y objetivos de las organizaciones, y ponen a su alcance nuevos instrumentos -más poderosos y accesibles- para conseguir la sensibilización, movilización social y participación ciudadana.
La mayoría de las organizaciones que integran el Tercer Sector (ONG, asociaciones, fundaciones, instituciones, etc.), son conscientes de las posibilidades y ventajas que les ofrecen las TIC y por ello, han ido incorporándolas a sus actividades –considerándolo una prioridad- con el fin de realizar más eficazmente su labor. Pero, a pesar de ello, no las han integrado plenamente en todas las vertientes de su trabajo, ni están aprovechando todas oportunidades que les ofrecen las TIC -lo que contribuiría a una mayor eficacia de su labor (efectividad + eficiencia)-. Esto es debido, entre otras cosas, a la escasez de recursos económicos y humanos, y a la falta de conocimientos y capacitación de los propios profesionales de las organizaciones, generada, probablemente, por una cierta “tecnofobia” que suele existir en estos ámbitos.
En la actualidad existen dos tipos de organizaciones claramente diferencias, según el uso que hacen de las tecnologías:
- Las que consideran las TIC como una oportunidad, es decir, las han incorporado las TIC en todas sus actividades y como medio de comunicación, tanto interna como externa.
- Las que consideran las TIC una obligación, y no son conscientes o desconocen las posibilidades que las herramientas tecnológicas pueden ofrecer a su organización.
Así pues, puede decirse que, también, entre las propias organizaciones existe una “brecha digital”.