Unir las manos para cuidar
“Durante esta pandemia muchas personas han unido sus manos para cuidar, proteger y sostener el mundo”
Margarita tiene ochenta años y fue costurera en su juventud. Se ha hecho famosa porque cuando se enteró de la escasez de mascarillas para el personal sanitario, desempolvó su maquina de coser en su casa de Arcos de la Frontera, donde vive y ha logrado coser una 50 mascarillas al día, que donará a un hospital de la zona. Como Margarita, otras muchas mujeres en distintos lugares del mundo se han organizado para tejer y fabricar material sanitario. Las zapateras de Petrer y Elda en la provincia de Alicante, que en pocos días produjeron más de 5.000 mascarillas que fueron destinadas al hospital comarcal. Organizaciones como Greenpeace ha reutilizado sus materiales de hacer pancartas para elaborar batas destinadas a las residencias de mayores.
En la India, mujeres de las zonas rurales, alrededor de 500 mujeres del la asociación Self Employed Women’s Association (SEWA) empezaron a fabricar mascarillas y las distribuyeron a más de 1,7 millones de trabajadores del sector informal. En todo el país, grupos de mujeres han producido alrededor de 20 millones de mascarillas y se han asegurado que cumplan los estándares de calidad. O las 400 mujeres de Lorca que se han juntado para coser de forma solidaria mascarillas y batas sanitarias
Desde el estallido del COVID-19, uno de los principales problemas ha sido la escasez de material sanitario para protegerse: como mascarillas o batas que eviten el contagio. En muchos lugares del mundo, organizaciones y personas individuales han desarrollado iniciativas para producir estos materiales.
Es necesario tener en cuenta que entre el 70 al 80% del personal sanitario en el mundo está conformado por mujeres, que además sufren discriminación salarial, que es entre un 20 a un 25% inferior. Las mujeres se encuentran en primera línea, sin los equipos adecuados y expuestas a un alto riesgo.
Poner en el centro el cuidado de la vida, supone fortalecer los sistemas de salud y dotarlos de los recursos suficientes. En este proceso incorporar las voces de las mujeres es muy importante. Visibilizar esta realidad, para que “lo esencial deje de ser invisible”
Manuela Mesa