Cultura para una pandemia
“La pandemia nos ha permitido reconectar con el significado profundo de la cultura: la capacidad de reconocernos en nuestra humanidad común, de tejer comunidad y dotar de significado nuestra vulnerabilidad abriendo espacios para ver en ella la auténtica belleza.”
Cuando las cifras de muertes en Italia estaban en su punto máximo y España iniciaba su confinamiento, el coro Tomás Luis de Victoria de la Universidad Pontificia de Salamanca elegía la música del compositor italiano Giuseppe de Marzi para rendir homenaje a todas las trabajadoras en primera línea de cuidados. La canción “Signore Delle Cime” se convertía así en una forma colectiva de arropar el duelo de quienes estaban afrontando el mandato de despedir a sus personas queridas desde una dolorosa soledad. Días más tarde, tendrían que venir nuestros vecinos franceses a continuar la conversación musical iniciada, a través de una invitación abierta, virtual y en coro. A lo mejor las prioridades de nuestra sociedad, nos dijeron, estaban confundidas. Quizá sea la ternura (Symphonie confinée-La tendresse) el pilar más sólido desde el que construir un futuro mejor.
Unas semanas después desde los Estados Unidos se hizo un llamamiento global a ilustradores y diseñadoras de todo el mundo. ¿Cómo imaginamos nuevas formas de comunicar los riesgos de la pandemia, cómo podríamos construir colectivamente salud pública y bienestar contando con el arte como aliado? Aprovechando la experiencia previa de Amplifier como plataforma de arte de guerrilla para movimientos sociales, surgía el Global Open Call for Art COVID-19 una experiencia de cuidado comunitario a través de la creación.
Y de pronto, poco después, se liberaron los fanzines y las publicaciones colectivas, y los movimientos de feminismo comunitario de toda América Latina llenaron las redes con su conocimiento en abierto para ayudarnos a afrontar la ansiedad de quien sabe que su cuerpo está sobreexpuesto a la hora de cuidar a los demás. Así nos lo regalaron Juntas Logramos Más.
También la fotografía nos obligó a mirar donde no queríamos posar la mirada. El fotógrafo Santi Palacios nos llevó al día a día de la pandemia en las residencias de ancianos para que no olvidásemos, y la poesía nos confrontó con el modo en el que hemos olvidado la deuda de gratitud con las generaciones que abrieron camino (Almas de posguerra, Rubén Tejerina y Elio Suárez)
Entonces, ¿qué cultura hemos estado haciendo?, ¿en qué cultura nos hemos refugiado? En la que nos permitía transformarnos en abrazo, en la que sabe, desde siempre, que creamos porque sabemos que no somos inmortales (poema de Jules Heme Aquí).
Estefanía Rodero.