La enseñanza rural y la interculturalidad: esperanza y compromiso
Amanece en Abda Yala (continente americano) dando paso a la cotidianidad según la costumbre y cultura de cada territorio y Pueblo Originario. Siempre el inicio del día será un momento de encuentro y reciprocidad que se entrelaza con la naturaleza y los ancestros. En algunos lugares primará el sonido del manantial, las danzas de gaitas junto al son de tambores. Habrá otros en que la luz nos mostrará los colores desérticos de los carnavales que bailan al compás de las zampoñas, charangos, quenas y bronces.
Al Sur de América, es decir, en el Wallmapu (tierra mapuche) la vida transita por senderos fríos y húmedos, ahí los ríos avanzan libremente entre volcanes y lagos. El rocío se mimetiza con los despuntes del sol que emerge del océano y avanza sin apuro hacia a la cordillera de los Andes, para que así los picos blancos – cual acorazado – abracen las nubes, de manera que el cóndor pueda planear en el intenso azul, el que se mezcla en cada destello de los bosques milenarios. Mientras el alba aclara la noche, los niños y niñas relatan sus aventuras y juegos del día anterior, entonces, el mate siente el calor del fogón al estar listo el pan con miel. Luego de ello caminarán por los senderos australes hasta llegar a su Escuela.
Los niños y niñas del Wallmapu, al igual que todos los demás han vivenciado los efectos de la pandemia, ya no asisten a las escuelas, tampoco pueden jugar con sus amigos. Han sido cerrado sus colegios, incluso no pueden salir de sus casas. Y si bien el sol sale todos los días, la vida ya no transcurre igual.
Unicef estima que son alrededor de 159 millones de niños, niñas y adolescentes los que han sido afectados por el cierre de los recintos de educación de los distintos niveles. Además advierte que esto representa el 95% de los alumnos matriculados del continente, junto con ello, prevé que el cierre se extenderá, aún más, la duración es incierta. En razón de ello, este organismo internacional y a fin de evitar efectos perniciosos a los procesos de aprendizaje y enseñanza, ha impulsado la iniciativa “aprendo en casa, únete al reto”.
La crisis sanitaria de la COVID-19 ha mostrado que no sólo los niveles de la desigualdad, sino que además esta ha aumentado. Como ha señalado UNICEF la escuela además de ser un espacio para la formación, también facilita el acceso de servicios esenciales, tales como: alimentación, agua, salud, recreación entre otros.
Cada Estado ha adoptado, ante la actual crisis sanitaria, diversas medidas para asegurar que la infancia pueda ejercer su derecho a la educación; para ello ha impulsado clases en línea a partir de programas tecnológicos, el uso de la radio y la televisión. Sin embargo, tales medidas no han logrado llegar a todos los lugares, por problemas de conectividad y de carácter estructural. Ante tal nivel de dificultad, se ha gestado respuestas novedosas y mancomunadas entre el profesorado, y el alumnado y el esfuerzo personal para salir adelante. Se ha vencido la adversidad, recurriendo al ingenio y la creatividad, como lo demostró Luciano – un niño argentino de tan sólo 11 años –, quien dibujó con barro y arcilla un dinosaurio, de esta manera realizó la tarea encomendada por la profesora de artes, pero a la vez, también nos muestra lo importante que es entregar materiales y útiles escolares a los niños, niñas y jóvenes.
La frase “la unión hace la fuerza” tiene aún más sentido, tal como demostró la Comunidad Indígena Qom que se sumó a los esfuerzos de los docentes, a fin de garantizar que niños y niñas continuarán estudiando. También la maestra argentina Mariana Asegurado sale al aire todas las mañanas con su programa de radio “Contenidos” y lo hace junto al Cacique a fin de asegurar la interculturalidad de las clases.
Hay muchas historias de esperanza y compromiso, por ejemplo, en Alcázar – localidad de Argentina –, el profesor y director de escuela, don Juan Radovich, viajó en moto durante tres días para entregar materiales de estudio a 60 alumnos.
En Chile, en la comuna de Paillaco, el profesor y escritor mapuche Javier Milanca junto a los demás docentes se preocupan porque los estudiantes de las escuelas rurales – El LLolly, El Naranjo y 21 de mayo – continúen aprendiendo y para ello reparten materiales de estudio desde la perspectiva intercultural. Por su parte, los profesores de la Escuela Rural Antilhue de Los Lagos graban sus clases y la suben a una red social, de este modo, hacen frente a las necesidades de sus estudiantes.
El profesorado, en varias partes del mundo, ha hecho un gran esfuerzo para lograr que los estudiantes continúen sus estudios, a pesar de la pandemia y de las dificultades que esta entraña. Su compromiso y vocación es esencial para construir un futuro mejor.
Consuelo León